viernes, 29 de noviembre de 2013

Agitar. Reordenar. Reflexionar. Holland

Se supone que si agitas bien la coctelera sale un delicioso brebaje que, además y ahí está la gracia, te achispa. Es así en lo literal y en lo figurado: un golpe de mano ahí, otro allá y el mundo cambia de color. Y en eso estoy.

Atrás ha quedado el micro mundo de Copyland de LetsBonus, aquel vergel de talento en el que he pasado los últimos años de mi vida, he encontrado buenos amigos y he aprendido que o blanco o negro a veces quiere decir gris o absolutamente nada. He bailado el Manisero y la Vaina loca, he roto y he cosido, he crecido y me he quedado en viento, me he pelado y me he dejado barba y basculado del lado oscuro al brillante tecnicolor unas cuantas veces. Lo he pasado bien, mal y regulín regulán y he tenido la inmensa suerte de compartir aromas de vida con unas personas estupendas que ya forman parte de mi mochila vital.

¿Y ahora? Ahora paso mis días asomada al borde del Mediterráneo, junto a una enorme arquera de acero llamada Laia y rodeada de viejos conocidos y nuevos por conocer. Transito por las redes de NOW y en pocos días me ha dado tiempo a desengrasar los resortes que pueblan mi materia gris, a incorporar conocimientos y a recordar por qué adoro comunicar. Cosas que, en definitiva, hacen que trabajar valga la pena.


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Reorden
Toca reordenar. Y reordenar. Y reordenar. Y dejar al imprevisto y al caos su pequeño espacio, que al fin y al cabo es lo que convierte a la vida en algo divertido y retador. Y toca, también, seguir entre lejos y cerca y pensando que los kilómetros y el tiempo tienen sus dominios.


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Reflexión 
Dónde queda la ética del periodista si accede a las coacciones de sus superiores y cuando es despedido entonces empieza a lamentarse como si haber falseado la verdad no fuera con él. Digo.


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Momento musical, Ario en manos de Dave Holland. Tema elegante para recordar ese elegante y delicioso gintonic que sirven en el Negroni. Qué queréis, una tiene también sus debilidades. Y bien está.